lunes, 20 de enero de 2014

Aprender a desaprender

Hace días que no escribo y hacía falta compartir con Uds. nuestros avances. No se hagan ilusiones, todavía no hacemos ningún gran descubrimiento, al menos no las niñitas. Pero yo estoy aprendiendo a “desaprender” ciertos hábitos y poner en práctica alguna de las cosas que he aprendido. Una de ellas es precisamente no transformar la educación en la casa en un “trabajo” sino en una forma de vida. Y para que la vida sea placentera, hay que disfrutarla. Por ello es que hemos ido de a poco acostumbrándonos a nuestro horario. Los paseos culturales han resultado fantásticos. Las niñitas los gozan, los esperan con ansias, y tienen la posibilidad de ver y conocer lugares, personas y cosas con más calma. Los sábados de actividad física con el papá también han sido un éxito. Primero recorrieron el cerro Philipi y el sábado pasado hicieron una excursión por el campo, donde escucharon los ruidos de la naturaleza, vieron un pájaro sin cabeza y se toparon con huesos de dinosaurio o de vaca.

En la casa las cosas me las he tomada con más lentitud. No es fácil tratar de hacer actividades con los 5 niñ@s en la casa, pero creo que de todas maneras ha habido avances. Por ejemplo, la semana pasada quisieron hacer aros. Compramos algunos materiales, llegaron a la casa y quisieron hacerlos al tiro. Les dije que primero pensaran cómo querían hacerlos, los diseñaran. Muy obedientes hicieron un dibujo, me lo mostraron y decidieron que ya estaban listas. Intentaron hacerlo con alambre, pero era muy duro para ellas y yo no podía ayudarlas en ese minuto. Les comenté que había hilos de bordar, que lo intentaran con eso a ver si resultaba. Bueno, me hicieron caso e hicieron TODOS los aros iguales, en una tarde. Para serles honestas, personalmente no creía que el modelo elegido fuera el mejor, pero no quise intervenir. Un par de días después les dije que probáramos otros modelos…pero ya no quedaban ganchitos. Les hice ver que habían sido muy atarantadas, que por apresurarse en hacer aros no se dieron el tiempo de explorar otras opciones. Al principio hubo un cierto enojo…pero conversamos sobre cómo hay que mirar siempre lo que otros han hecho para aprender de ahí. Así, decidimos ir a Puerto Varas a ver tipos de aros, sacarles fotos, para decidir qué modelos nos gustaría replicar. Mi logro personal fue el haber sido capaz de no juzgar sus aros, que ellas decidieran en conjunto hacer nuevos modelos de aros, y que una potencial pelea (al haberse enojado porque los aros no habían resultado) se hubiera transformado en una excusa para salir a pasear. Logré que lo que podría haber sido un fracaso se transformara en una oportunidad. Y lo logré manteniendo la calma y conversando con ellas. Espero mañana poder dedicarnos a hacer los aros.

También he intentado aprovechar cada actividad, cada pregunta, para que aprendan. Sé que esto puede parecer agotador, estar TODO el rato aprendiendo. Pero si uno las hace pensar, o las cuestiona, o les muestra relaciones para que ellas saquen sus conclusiones, para ellas no es una tarea, es conversación. Para uno puede resultar más cansador al principio, porque al menos yo debo recordarme con son niñas, que hay cosas que no puedo dar por sabidas, y que lo mejor es explicarles con cosas cotidianas. El otro día la Filipa me preguntó cuánto era un milímetro. Le dije que en un centímetro caben 10 milímetros, y que 1 centímetro era aproximadamente el ancho de mi dedo. Y me respondió: “ah, es como una uña cuando está un poco crecida”. ¡¡¡Me encantó su comparación!!!

Finalmente, lo que he aprendido estos días es que realmente funciona el confiar en ell@s y encomendarles tareas y responsabilidades. Desde que partió el 2014 los 3 mayores han estado encargad@s de hacer sus camas. La verdad son las 2 niñitas las que hacen sus camas y en equipo hacen la de Balti. Ya están expertas, y les quedan bastante bien. La semana pasada les dije que había que cambiar sábanas: sacar juegos limpios del clóset y echar las que estaban en uso en el canasto de la ropa sucia. Les di las instrucciones a la distancia, asumiendo que cuando subiera iba a estar todo desordenado. Pues no. En la noche cuando se fueron a acostar, estaban sus camas perfectamente hechas, las sábanas sucias en el canasto, el clóset de ropa blanca ordenado. Cada vez que me acuerdo se me hincha el pecho de orgullo. Porque no sólo se han hecho responsables de esta tarea sin reclamar, sino que sin que se los pida ayudan a su hermano. ¡Y todo porque fui contra mi instinto y les encomendé una tarea que hasta hace poco pensaba era demasiado para ell@s! Definitivamente estos días la que más ha aprendido (o desaprendido) he sido yo.

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