martes, 11 de marzo de 2014

Al que quiere celeste, que le cueste!

Lo último que escribí en el blog fue hace ya unos días. Deben haber sido como las 11 de la mañana, y todo iba de maravillas. Bueno, les cuento que la vida no es color de rosa y por supuesto, tanta maravilla no duró mucho.

Hemos tenido dos episodios dramáticos en estos días. El primero se produjo cuando estábamos haciendo títeres. Una de las niñitas tuvo que descoser los botones que estaba usando de ojos dos veces porque cosió todo el calcetín, y por lo tanto no entraba la mano. Eso hizo que perdiera la paciencia, hiciera una pataleta y termináramos en batalla campal. Después de gritos, llantos y retos, nos fuimos a almorzar, y en la tarde ella sola pidió ir al taller a terminar su títere. Creo que finalmente entendió que todos nos equivocamos, que errar es parte del proceso de aprendizaje, y que ahora ya no volverá a cometer ese mismo error. Ahora, una cosa es entenderlo y otra cosa es vivirlo...yo todavía estoy tratando de lograr lo segundo.

El otro problema que hemos tenido es que una de las niñitas es muy matea, y la otra evita trabajar. No creo que se tanto por no querer hacerlo o por flojera, sino por no querer ponerse en una situación en que pueda equivocarse o la corrijan. Entonces el desafío ha estado en cómo balanceo el trabajo para que no termine una haciendo todo y la otra nada, pero tampoco obligando a esta última a trabajar como si fuera un castigo. Creo que sin duda será una tarea de largo aliento, pero después de estos 2 episodios estoy optimista porque creo que ellas están empezando a entender que si no trabajan no pueden disfrutar los resultados de ese trabajo. En otras palabras, las cosas buenas de la vida no llegan solas, hay que trabajar por ellas.

El otro día una mamá me comentó que la educación en casa estaba ok, pero sólo hasta 4° básico más o menos, porque después ya había que preocuparse de que aprendieran las materias para dar una buena PSU. Y ahí me di cuenta que tenemos visiones muy distintas de la educación. Yo no quiero educar a mis hijas para prepararlas para una prueba que, en 12 años más, ni siquiera sé si seguirá siendo necesaria para entrar a la universidad, así como tampoco quiero educar a mis hijas para que entren a la universidad. Quiero entregarles las herramientas para que desarrollen sus habilidades, sean creativas y vivan haciendo lo que las hace felices. A lo mejor a los 18 años ya tienen un negocio, a lo mejor son escritoras, a lo mejor deciden ser artesanas o ser misioneras, o activistas políticas o deciden viajar por el mundo antes de estudiar, quién sabe. Ser profesionales universitarias es sólo UNO de los caminos que pueden elegir, y ni siquiera TIENE que ser cuando salgan del colegio. Por eso tomamos esta decisión, porque creemos que educando de otra manera les damos más opciones, y en el camino, crecemos como familia. Pero las cosas buenas no llegan solas, hay que trabajar por ellas. ;)

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